7.- Mily Ivanovich Glinkovsky.

Ivanovich nació en 1804 en Tiksi, ciudad costera y fría de la Rusia más oriental. Allí, con un profesor particular, recibió sus primeras clases de solfeo y violín. A los 10 años su familia tuvo que emigrar a San Petersburgo y más tarde a Moscú, lugares en los que siguió con sus estudios de conservatorio y contactó con muchos de los grandes compositores de la época.
Pronto se hizo famoso como compositor por su peculiar estilo en el que mezclaba con toda naturalidad la música folklórica rusa con la ópera italiana, de la que estaba profundamente enamorado.
Pasó una temporada en Berlín y gustó mucho de viajar a Italia e incluso a España en busca de fuentes de inspiración.
Lo curioso de este personaje es que justo 2 días antes del estreno en Moscú de la que sería su más inspirada obra: Las 2 vidas del zar, Mily desapareció para siempre sin dejar ni rastro. Es por ello que los libros de historia le dan por muerto en 1857.
¿Qué pasó con Mily Ivanovich?
Gracias a las exhaustivas investigaciones de Cantalapiedra, hoy sabemos que no murió. Lo que ocurrió es que sufría de la enfermedad llamada porfiria, la cual le llevó a una locura tan profunda que no era capaz de saber ni el día en que vivía.
Mily estaba trabajando en una partitura nueva cuyos apuntes se conservan en la biblioteca nacional de Moscú y a los que el profesor Cantalapiedra tuvo acceso y con gran sorpresa por su parte, descubrió que en ella hay numerosos bocetos que, repetidos obsesivamente, van poco a poco evolucionando hasta llevarle hasta la melodía de La puerta mítica.
El profesor Benito, que pronto supo de la existencia de un compositor ruso en Villairreal, investigó hasta llegar a las siguientes conclusiones:
"...El pobre Mily alcanzó un grado de demencia extremo por culpa de la porfiria, y obsesionado como parecía estar con aquella frase musical que copiaba constantemente en cualquier papel que caía en sus manos (en el archivo de la biblioteca se conservan incluso servilletas de un famoso café de Milán), iba a todas horas canturreándola. La casualidad hizo que cuando la melodía había alcanzado su perfección, Mily paseara por algún lugar en el que la "puerta mítica" estaba abierta. El resultado, pues, era que Mily Ivanovich entró en Villairreal".
Otra teoría habla de que tal vez este compositor hubiera conocido a alguien del pueblo, porque...¿Era una casualidad que descubriera la melodía de la puerta mítica o se la escuchó a alguien?¿Por qué si no esa obsesión con ella?
El caso es que Mily llegó a Villairreal un día de Enero de 1857, y ya se quedó a vivir allí para el resto de sus días.
La llegada fué un tanto especial y Benito Cantalapiedra nos la describe así en su "Historia revisada de Villairreal la chica":
"...Los vecinos vieron llegar cojeando a un extraño sujeto. Vestía curiosos ropajes y hablaba una lengua desconocida para ellos. Aparentemente se encontraba hambriento y en estado de embriaguez y quizá este último detalle fue el que hiciera que les cayera simpático [...] Atraído por los efluvios que salían de la tahona de Guadalupe la panadera, entró, a lo cual esta, compadeciéndose de su lamentable aspecto, dejó que se hartara cuanto quisiera de su pan y de su agua".

Todavía hoy en Villairreal, se denomina "hacer la mili" al acto de pegarse un atracón de pan y agua hasta caer exhaustos, y es tradición que los mozos lo hagan al cumplir los 17 años, como una especie de rito de madurez.
El caso es que Guadalupe la panadera dió cobijo al pobre Mily y lo alimentó con su delicioso pan y curiosamente, al cabo de 6 meses de someterse a esta dieta, el compositor ruso estaba completamente recuperado y cuerdo. ¿Cómo pudo ser esto?
El profesor Benito se trajo de Villairreal una muestra del pan que se hace allí para poder analizarlo y descubrió con gran sorpresa que la variedad de trigo que siembran allí, unida al agua con la que hacen la masa del pan, provee a éste de una serie de oligoelementos que se han revelado como excelentes para corregir las carencias que provocan la porfiria. ¡Lástima que cuando Benito habló a los doctores de la época de nuestro pueblo escondido y de los efectos milagrosos de su pan, estos sabios señores se rieron a carcajada limpia!
Concluyendo con la fantástica historia de Mily Ivanovich, diremos que una vez restablecido, agradecido y maravillado por el pueblecito al que había llegado, decidió quedarse allí a vivir el resto de sus días. Se construyó una casita de madera y siguió componiendo hermosas canciones que recordaban a su país natal y con las que deleitaba a sus contemporáneos.
Por desgracia en 1892 Mily estaba ya muy "p'allá". Y esta vez no era porfiria sino demencia senil. En lo que se cree que debió de ser un descuido suyo, una noche incendió su cabaña. El compositor pudo salvarse por los pelos, aunque moriría al año siguiente. De su hogar no quedaron más que cenizas. Todas sus partituras desaparecieron con la cabaña. Todas excepto Truska da Kiev.
Durante más de un siglo se ha creído que esta bellísima melodía era instrumental, pero nosotros hemos descubierto, revolviendo en los archivos de la iglesia, una letra que encaja perfectamente y que revela que quizás la canción era el aria de alguna ópera en la que estuviera trabajando Mily poco antes del triste accidente de su cabaña.
La letra: ¿era de Ivanovich o la escribió algún poeta posterior?Es probable que fuera el mismo compositor ruso el que la escribiera, ya que está escrita en una jerga extraña que recuerda al ruso y al avaric (dialecto que se habla en Tiksi).

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